César Lozano, conferencista y conductor en temas de desarrollo personal, comparte sobre los padres del por qué les da miedo ponerle límites a sus hijos, y es que uno de los factores principales es el miedo.
“Por miedo, no por bondad, surgieron los padres permisivos”.
El famoso dicho que reza: «árbol que nace torcido jamás se endereza» es muy claro en este caso. Si desde pequeño no le pones reglas claras a tus hijos, no le enseñas a respetar y a obedecerte como padre o madre, crecerá pensando que puede hacer lo que quiera y como mejor le parezca.
No se trata que tu hijo te vea como un padre de familia autoritario y estricto en exceso. Se trata que está claro quién es el adulto responsable y el por qué se le dan indicaciones o inculcan reglas a seguir. De esto dependerá que tan buen adulto.
Para conseguir que tu hijo sea alguien de bien, acá te damos estos consejos.
1. Opciones: siempre es bueno que le des opciones a tu hijo. De esta manera identificara lo bueno de lo malo y lo hará pensar en lo que podría suceder si elige una opción u otra. Las opciones son buenas para hacer que tu hijo obedezca algo que no quiere.
2. Objetivo: crea límites específicos con frases cortas. Las indicaciones que les des que sean precisas y fáciles de comprender, para que el resultado sea el que deseas y, claro, acorde a su edad.
3. Firmeza: si ha hecho algo mal o te ha respondido mal, no flaquees: con tono seguro, SIN GRITOS, y un gesto de seriedad con el rostro es más que suficiente para que entienda que no ha actuado correctamente. Al gritarle le enseñarás a que con gritos se consiguen las cosas.
4. Guarda distancias: cuando le dices «yo quiero» estás anteponiendo egos y lucha de poder personal. Lo correcto es decirle: «podrías, por favor…» con mucha firmeza.
5. Explica siempre el «por qué»: los niños siempre buscan respuestas a todo, sino no preguntaran tanto. Por eso, es importante que si le das una indicación o le dices que debe hacerte caso debes explicarle las razones y el por qué debe hacerlo.
6. Centrate en lo positivo: los niños reciben mejor las ordenes positivas que negativas.
7. Dale alternativas: éstas acompañan al límite y hace que parezca más positivo. Siempre dale alternativas «si no haces esto, puedes hacer aquello», así siempre lo tendrás bajo tu control.
8. Sé firme: las reglas flexibles y contradictorias solo hará que se confundan. Tampoco contradigas lo que tu pareja le ha dicho, si ya le interpuso alguna regla o le dio una indicación que deba seguir.
9. No es malo: Nunca le digas que es un niño malo, pero déjale claro que su conducta o sus palabras sí lo fueron. Déjale claro que tu desaprobación o enojo es por su comportamiento y no es por él.
10. Contrólate: Por muy molesto o defraudado que estés debes controlarte. Es mejor que te tomes unos cuantos minutos y que no intentes gritarle o golpearlo. Esto, también le servirá a él como ejemplo.
Te dejamos las razones primordiales del miedo:
1. Miedo a que lo hijos no nos quieran y por lo tanto, pues, como no los veo todo el tiempo que yo quisiera, como papá me siento presionado, porque estamos chambeando.
2. Miedo a que no nos cuenten sus cosas, o sea, caemos en la trampa terrible de decir: “hijito, yo soy tu mejor amigo”, no, no, no, no, papá, usted es su papá, si aparte de ser papá, es amigo, suertudo, pero primero es papá.
3. Miedo a disgustarlos, ahora los agarramos con “mírame y no me toques”, con unas “pincitas”, me escribían en el twitter: “es que ¿cómo le digo a mi hija que apague el celular en la mesa, se enoja, se pone enfurecida”. Señora, ¡quíteselos!
4. Miedo a que nos tachen como anticuados: “Ay, mamá, es que todo mundo se viste así, mamá”.
5. Miedo a que fallen o sufran, eso es algo que les está haciendo tanto daño a nuestros hijos, pero ¿sabe qué? no se van a traumar, el miedo más grande que deberíamos de tener, ¿sabe cuál es? El que crezcan de una manera irresponsable, el que tomen el mal camino y todo por no haber puesto límites a tiempo.
La frustración es un sentimiento indispensable en el desarrollo infantil: el niño necesita, desde que tiene más o menos un año, rutinas, reglas y límites claros sobre lo que puede y no puede hacer. Lo suyo, es que ponga constantemente a prueba a sus padres para ver hasta dónde puede llegar. Y los padres tienen que colocarle los límites.
Sin embargo, los cambios sociales (y de valores) junto con el aumento de las tensiones familiares y la desorientación de los padres en materia educativa, están facilitando la aparición de una nueva figura: los “pequeños tiranos”: Niños que imponen su propia ley en el hogar (sin tener criterio para ello), alterando los roles de autoridad. Esto se hace con el consentimiento, incapacidad o dejación de funciones de los adultos responsables.
Son niños desobedientes, desafiantes, mentirosos, que acaparan la atención con su comportamiento indeseable. No aceptan la frustración, ni la norma. Por ello no es de extrañar que se conviertan en personas difíciles y poco felices. En ocasiones con el tiempo, pueden acabar delinquiendo.
¿Qué hay en la raíz de esta conducta?
Los especialistas coinciden: “la falta de criterio para educar y la poca autoridad de los padres”.
Ejercer de padre-madre no es fácil. Es habitual que los padres quieran a sus hijos y hagan lo posible para evitarles incomodidades o sufrimientos. Pero «educar» es sacar la mejor versión de uno mismo. Y eso requiere inculcar hábitos y virtudes sabiendo que no estamos solos y que otras personas tienen que convivir con nosotros. Requiere hábito, voluntad y esfuerzo. Pero merece la pena. Fernando Savater dice: «Para que una familia funcione, es imprescindible que alguien en ella se resigne a ser adulto y ejerza como tal”.
Muchos padres, pueden desconocer qué hacer o cómo colocar los límites a sus hijos o incluso sentir que la disciplina puede dañarlos. Esto se ve más, cuando los niños han sido logrados tras mucho esfuerzo y espera: hijos únicos, adoptados, tras tratamiento de infertilidad, etc. Algunos progenitores entienden la disciplina como un sufrimiento evitable en lugar de una necesidad y un deber. Piensan que es mejor dejar al niño hacer lo que quiera sin contrariarle, creyendo (erróneamente) que por sí solo aprenderá a autorregularse. Y no es así.
El problema es que sin límites y disciplina (que no es maltrato, sino todo lo contrario), los niños acabarán sufriendo graves consecuencias ya que se amargarán la vida y la de los demás. Porque un niño tirano no nace, se hace y, además, no es feliz. Es decir: el niño crece creyendo que ‘hacer lo que se le pone en gana’ es lo normal y que todo se le debe. La falta de límites le impide superar la época egocéntrica infantil. Todo esto disminuye su capacidad de empatía, justicia, equidad y agradecimiento. Altera su capacidad afectiva y acaba repercutiendo para mal en su autoestima, en el manejo de sus emociones y en sus habilidades sociales.
Si bien, solamente a lo que deberíamos tener miedo es a que fracasen porque no saben esforzarse.
Esta es una frase de Abigail Van Buren: “Si usted quiere que sus hijos tengan los pies en la tierra, colóqueles alguna responsabilidad sobre los hombros”, ¡claro!, porque si no le pones responsabilidad se hacen arrastrados, flojos, mangoneros.
Deberíamos tener miedo a que no sepan amar, porque cuando a los hijos les damos todo, les permitimos todo, se enseñan a recibir, pero no a compartir, aprendieron a recibir y no dar.
Como dijo la psicóloga chilena Pilar Sordo: “Algo pasó en esta generación que ahora estamos quejándonos todos los adultos: ‘mis hijos no quiero que sufran lo que yo sufrí’, ‘me regañaron mucho’, y salió traumada”, ¿Por qué no lo dejaron salir? ¿por qué no consiguieron lo que quería?
Queremos ser padres buena onda y después nos cobran la factura.
¿Nos da miedo poner límites a nuestros hijos?
“Somos papás buleados, ¿sabes qué pasa? Que, de alguna manera teníamos otro respeto por nuestros papás en ese entonces y ahora, como está el mundo, internet y todo esto, ellos, de alguna manera quieren revelarse y te hablan muy fuerte, entonces, tú tienes que, de alguna manera comprometerte para estar bien”
“No fuimos entrenados para eso”.
“Lo que yo sí no estoy de acuerdo es en estas manipulaciones que luego los papás nos hacen a los hijos, manipulaciones emocionales de: ‘no, yo, que soy tu padre, que he hecho todo por ti…’, porque luego los hijos se vuelven unos maestros de la manipulación, porque lo aprendieron de los padres. Hay que ser muy directos”.
“También antes había padres muy violentos, muy poco amorosos, que sacaban el cinturón a la primera provocación, cachetada, yo creo que no, yo creo que a los hijos no tienes que llegar a un punto en donde los tengas que golpear para que te respeten, hay castigos que puedes aplicar con inteligencia, con amor, enseñarles cuáles son las consecuencias y entonces ellos entienden que es hasta ahí y que no hay una más”.
“¿cómo poner límites a diferentes edades?, porque yo creo que ahí está la respuesta. A mí me ha funcionado mucho esta técnica de: ‘¿lo quieres pensar?, no puedes hacer esto, porque…, porque…, porque…, porque…’ No sé si sé si sea bueno o malo”.
A mí me funciona algo muy similar: “Hijito, voy a hacer de cuenta que no escuché lo que me acabas de decir”, “voy a hacer de cuenta que no quisiste ofenderme, ni ofender a tu madre como lo acabas de hacer”.