Algunas veces habremos escuchado sobre las vidas pasadas, estas ideas llegan o son mas cotidianas en oriente que en occidente pero ¿Existe la vida después de la muerte? O mejor aún, ¿podemos volver del más allá y vivir otra vida? Dos tercios de la población mundial, personas de las más distintas religiones, creen que sí. Pero, la ciencia moderna persiste en desechar la idea. ¿Existen evidencias científicas de vidas pasadas? La respuesta quizá se encuentre en un grupo de niños que científicos de diferentes áreas han estado estudiando.
La creencia en la reencarnación no es algo nuevo para investigadores, filósofos, científicos o eruditos religiosos. Existe la idea de que la reencarnación es la creencia de que el alma puede transportarse desde el cuerpo de una persona fallecida a la de un recién nacido para volver a vivir una nueva vida. Generalmente, el recuerdo de las vidas pasadas quedan en el olvido, pero en algunas ocasiones ese recuerdo está muy presente en la vida de la persona.
A diferencia del Cristianismo que cree que el alma humana se encarna una sola vez en un cuerpo para vivir, morir e ir eternamente al Paraíso o al infierno, la Reencarnación profesa que la esencia humana (conocida en occidente como espíritu o alma) viaja a través del tiempo, reencarnando en un cuerpo nuevo cada vez que muere.
Persiguiendo este misterio el doctor Jim Tucker, de la Universidad de Virginia, ha documentado más de 2 mil 500 casos de niños que dicen recordar vidas pasadas, continuando el trabajo del famoso investigador Ian Stevenson.
En el caso de Ian durante su investigación, Stevenson no sólo logró el registro metódico de los recuerdos de los niños y niñas, sino que al concatenar dichos recuerdos con la realidad logró llegar hasta la identidades de las personas que los niños de su investigación afirmaban haber sido en sus vidas pasadas, antes de fallecer y encarnar en la actual.
La precisión de los recuerdos y la comprobación de fechas, personas, direcciones y circunstancias reales convencieron a Stevenson de que la reencarnación en efecto existía, y que además la infancia es un época donde los recuerdos de esas otras vidas aún están presentes.
Casos de personas que recuerdan vidas pasadas
Uno de los casos representativos de evidencias sobre reencarnación, es el documentado por el psiquiatra estadounidense Adrian Finkelstein, quien en su libro Your Past Lives And The Healing Process da cuenta de Robin Hull, un niño pequeño, quien le hablaba a su mamá en un idioma desconocido, el cual fue identificado por un profesor de idiomas como un dialecto perteneciente a una región ubicada al norte del Tibet.
Más aún, Robin tenía recuerdos de su vida pasada, y afirmada haber estudiado en un monasterio. Finkelstein partió entonces hacia el Tibet, donde encontró el lugar y la edificación descrita por el pequeño Robin.
Así también encontramos la historia del niño indio Taranjit Singh, quien desde los dos años afirmaba que su nombre era Satnam Singh, que el de su padre era Jeet Singh, y que él había nacido y vivido en un pueblo ubicado a sesenta kilómetros de su actual vivienda.
Taranjit también contaba que había fallecido en un accidente de tránsito, cuando era estudiante de noveno curso, dando detalles tan específicos como la cantidad de dinero que llevaba en el bolsillo al momento de su muerte.
Su padre en esta vida, movido por tal precisión de recuerdos, se dio a la tarea de investigar los datos, llegando al pueblo que Taranjit mencionaba, donde encontró a la familia del chico Satman Singh, quienes confirmaron los detalles de la historia del pequeño Taranjit sobre la muerte por arrollamiento de éste.
En las culturas orientales este tipo de historias son frecuentes, y son acogidas con normalidad. Tal como lo revela un reportaje reciente hecho por la Agencia de noticias EFE sobre la historia, ocurrida al norte de Bangkok, de Nopporn Jairaew, quien también a los dos años de edad confesó a sus padres que en su vida anterior había sido asesinado de un disparo tras entrar a robar a una casa vecina.
Para verificar su historia, los padres de Nopporn lo llevaron al médico, y tal cual lo comprobado numerosas veces en la investigación de Stevenson, el niño tenía una marca en la mandíbula y otra en la boca, ubicadas en los sitios donde afirmaba haber recibido las heridas del arma de fuego.
Otro caso de Vidas pasdas aqui descritos:
Uno de los casos es el de Luke Ruehlman, quien en su infancia insistía en que había sido una mujer que murió en un incendio en Chicago hace más de 20 años, suceso que fue corroborado.
La madre del pequeño Luke Ruehlman se sorprendió mucho cuando su hijo insistía en que había sido una mujer que murió en un incendio devastador en Chicago hacía más de 20 años.
Comenzó a compartir sus expresiones a sus 2 años de edad. Y a sus 5, todavía el menor estaba convencido de que en una existencia previa se llamaba Pam, y hablaba de ese incidente con naturalidad.
“Él me decía ‘yo solía ser (Pam), pero me morí y fui al cielo y vi a Dios y, finalmente, Dios me regresó a acá abajo. Cuando me desperté era un bebé y tú me llamaste Luke’”, reveló Erica, madre del niño, al programa televisivo Ghost Inside my Child, que ha reseñado numerosos casos similares. Además, le decía que había muerto al saltar de un edificio (por el incendio), que su cabello era negro, y que vivía en Chicago.
La mujer –original de Cincinnati- insistió en que no tenía idea de dónde el hijo habría sacado una historia como esa a tan corta edad, que jamás había mencionado el nombre de Pam delante de él, y mucho menos, visitado Chicago.
Al indagar, la madre del niño, quien aclaró que no recibió dinero por parte del programa para brindar su testimonio, encontró que en efecto hubo un fuego en 1993 en el hotel Paxton, en Chicago, en el que murieron 19 personas, incluyendo una mujer de nombre Pamela Robinson, de alrededor de 30 años. Además, contactaron a la hija de Pam, quien se percató de que el niño tiene el mismo gusto musical de quien fuera su madre.
Relatos como estos reviven la teoría sobre la reencarnación. ¿Hemos tenido vidas previas? De ser así, ¿por qué no recordamos?
AL PARECER VOLVEMOS, Y NO LO OLVIDAMOS
Según las culturas orientales, la posibilidad de recordar la vida pasada en la infancia se debe a que el tercer ojo de los niños está abierto, y los recuerdos sobre la vida anterior están frescos aún, permaneciendo con claridad en la memoria del niño hasta los siete u ocho años, momento en el que comienzan a desaparecer.
Muchos son los casos que parecen dejar en evidencia que después de esta vida, no sólo volvemos a vivir otra, en otro cuerpo, sino que además somos capaces de recordarlo.